jueves, 24 de marzo de 2011

Número Cuantico de Rareza.

Uno de los signos más a sombrosos de la apertura producida en el campo de la Física es la introducción de lo que se llama "Número Cuántico de Rareza". Veamos a grandes rasgos de qué se trata. A principios del siglo XIX se creía ingenuamente que dos números, o a lo más tres, bastaban para definir una partícula. Este número sería su masa, su carga eléctrica, y su momento magnético. La verdad estaba lejos de ser tan sencilla. Para describir completamente una partícula hubo que añadir una magnitud intraducible en palabras y que se llamó Spin. se había creído al principio que esta magnitud correspondía a un periodo de rotación de la partícula sobre sí misma, algo que para el planeta Tierra, por ejemplo, correspondería al periodo de 24 horas que rige la sucesión de los días y las noches. Pero se advirtió que ninguna explicación simplista de este genero podía mantenerse. el spin era sencillamente el spin, una cantidad de energía ligada a la particula, que se presentaba matemáticamente como una rotación sin que girase nada de la particula.
Algunos trabajos, debidos sobre todo al profesor Louis de Broglie, sólo lograron explicar parcialmente el misterio del spin. Pero, bruscamente, se advirtió que entre las tres partículas conocidas: protones, electrones y neutrones (y sus imágenes en el espejo: antiprotón negativo, positrón y antineutrón), existía una buena treintena de otras partículas. los rayos cósmicos, los grandes aceleradores producían grandes cantidades de ellas. Ahora bien, los cuatro números habituales: masa, cargas, momento magnético y spin, no bastaban para describir estas partículas. Había que crear un quinto número, tal vez un sexto, etc. Y, con toda naturalidad, los físicos han llamado a esta nuevas magnitudes "Números Cuánticos de Rareza".
Esta salutación al Ángel de lo Chocante tiene algo profundamente Poético. Igual que otras muchas expresiones de la Física Moderna: "Luz Prohibida", "Más Allá Absoluto", el "Número Cuántico de Rareza".
La Tierra está ligada al Universo; el hombre no está solamente en contacto con el planeta que habita. Los Rayos Cósmicos, la Radioastronomía, los trabajos de Física Teórica, revelan contactos con la totalidad de el Cosmos. Ya no vivimos en un mundo cerrado: un espíritu que sea verdaderamente testigo de su tiempo no puede ignorarlo. ¿Cómo, en estas condiciones, el pensamiento, por ejemplo en el plano social, puede mantenerse agarrado a problemas no ya siquiera planetarios, sino estrechamente regionales, provinciales? ¿Y cómo nuestra psicología, tal como se expresa en las telenovelas, puede permanecer tan cerrada, reducida a los movimientos infraconcientes de la sensualidad y el sentimentalismo?
Mientras millones de personas abren los libros y van al cine o al teatro o ven TV para enterarse de que X se enamora de Z, pero que por odio a la amante de su padre, se convertirá en lesbiana para vengarse, algunos investigadores que hacen cantar a los números una música celestial se preguntan si el espacio no se contrae alrededor de un vehiculo.

Cuando nos exponemos desde muy cerca a una calefacción, o una lampara poderosa, tenemos la impresión de que su calor nos llega en una única y continua corriente, como si dijeramos "de una sola pieza". Sin embargo no es así.
Dicha irradiación tiene lugar fragmentariamente, a pedacitos, todos los cuales poseen el mismo tamaño, si bien son tan pequeños y frecuentes que impresionan como si fueran un todo, un solo organismo.

De esa falsa sensación no solo participan las personas carentes de información científica ( aunque esto haya sido dicho hace más de 5000 años atrás ) . Durante casi toda la edad del mundo, el concepto involucrado en dicha sensación ha sido - ahora lo sabemos- una de las más innegables equivocaciones de la ciencia. Así quedó comprobado cuando en 1900 Max Planck descubrió los "Cuantos" y formuló la doctrina de la naturaleza desintegrada de la energia. He aquí sus palabras: " El calor radiante no es una corriente continua e indefinidamente divisible. Debe ser definido como una masa discontinua compuesta de unidades, cada una de las cuales es igual a las restantes". Esas unidades son los "cuantos" comparables, como expresión de cantidad, a las fracciones últimas de la materia, o sea ya ni siquiera los átomos sino las diminutas parcelas en que éstos han sido repartidos.

Planck hizo su descubrimiento por medio de la "radiación negra", mejor llamada "radiación de cavidad", calentando hasta el blanco un cuerpo hueco dotado de un orificio lo suficientemente pequeño como para dejar salir un rayo, el cual, al ser analizado en el espectroscopio, documentó la cadena de microscópicas interrupciones con que se manifiesta el calor. Las partículas de este, por su mísmo caracter infragmentable, habría que ser forzoso expresarlas por enteros, los correspondientes a esa cantidad, indecible de la energía, representada por "h" y ha la que se ha dado el nombre de "Constante de Planck".

La aparición de los números enteros ha señalado una de las revoluciones más trascendentales operadas en el mundo de la física, pues pronto se vió que se los podía sacar de la termodinámica para aplicarlos a sus otras ramas.
Hoy, además de los cuantos propiamente dichos, que vendrían a ser los cuantos de acción, se conoce la existencia de los cuantos de Energía, los cuantos de Luz, o sea los Fotones, los cuantos de la Materia, es decir los corpúsculos intraatómicos. Y tendríamos acaso también los cuantos de espíritu, los cuantos emocionales, etcétera. Así la teoría invade los campos de la filosofía y de la propia vida y, sustentando el principio de la discontinuidad de todo lo que existe, reserva para aquellos el caracter de imagen última de los elementos, o elementos en sí.

Su comprención no es dificil. Un automovil que marcha por un camino desarrollando una velocidad de 150 kilometros por hora, no va "seguido", como nos parece, sino a saltitos imperceptibles, pues el movimiento, asimismo, puede ser frecuente, pero no continuo, está sujeto a esa ley, a esa constante de Planck. La emisión de la voz, del sonido, la misma natividad de un sentimiento son, como la luz y la materia, de estructura espasmódica, pudiera aseverarse que son una innumerable sucesión de síncopes. Ningún cuerpo es enteramente compacto, todo está interrumpido y casi siempre de modo tal que los lugares vacios de un sólido forman la mayor parte del volumen total del mísmo, siendo en ocasiones el espacio ocupado por la "nada" millones de veces más grande que el ocupado por la materia, como ocurre en cualquier trozo de materia, según cálculos matemáticos del gran astrónomo y físico relativista inglés, Arthur Stanley Eddington.
Los cuantos han cambiado todo el orden del conocimiento. La mísma teoría de la relatividad, con ser tan importantes como sabemos, nunca asumió contornos revolucionarios tan profundos cual la de Planck.

Todo puede ser cuantificado. No existe nada que no pueda o no deba ser cuantificado, es decir, reducido a una cantidad lindera de lo infinitamente breve, pero que no puede quebrarse y que, por lo tanto, no desaparece jamás. El valor númerico de esa constante, de "h", se expresa en matemáticas escribiendo 28 ceros, seguidos de 655. Una cifra que apenas podría leerse. En terminos más gratos a los estudiosos de la ontología, podemos decir que el cuanto es la unidad primera de la naturaleza. Haberla hallado, ¿ no es sorprendente, maravilloso, genial? el misterio que rodea el origen de las cosas y de la vida empieza, a causa de él, a ser develado por la ciencia. Ella puede asegurar ahora que el cuanto es lo primero y lo único que fué creado. Todo lo demás se ha ido combinando.

h= .000000000000000000000000000655